Como un pétalo humedecido
que se posa
sobre el pecho silente
de la humanidad,
la noche repentina
va recitando con tu nombre
su aromática presencia
Yo, me despierto de un grito
Y del grito, a la sonrisa,
de la sonrisa, al abrazo,
latidos, para bailarlos,
por calles, para beberlas,
recuerdos, para besarlos,
ahí,
donde nos pille la vida
Y unas lágrimas le zurzan
los huecos a la verdad
Es tan dulce el abandono
por el que nos conduce el beso
que aún se dan nuestras miradas
Pasos, para enloquecerlos
y sueños, para criarlos
en un día
Hoy en el que la inocencia
son dos manos enlazadas
a estas cadenetas nuevas
de aquel sentimiento nuestro
que se escribe,
con aquello que escribió,
aquel que inventó la palabra
felicidad.//
viernes, 17 de junio de 2011
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