La Casa en Altamar

Al bélico rumor de las propias oraciones
seca la sangre

y el rostro diseminado de los que no están ya
de este lado de la voz

al prolongado respiro de aquella noche
que todos y cada uno intentamos asesinar
se extingue el bien y se extingue el mal

la mudanza de las mareas
no logra enmohecer las razones – santo legado –
grabado en la nuca de la vieja palma
solemne y desnuda

tan solemne como el único vello voluntario
de la orilla paciente

tan desnuda en la hora en la que la piel del horizonte
tornase una promesa gritada

y tibio y ajeno febrero se tiende
por lo astral de sus ramajes
por los frutos que son la propia fragilidad
que cae hacia el alma acostada

pareciera inducir a la hipnosis a las aves
que se ocultan tras el canto de las nubes
bajo el plumaje del cielo

prendiendo de un anhelo la brisa sin piedad
volviendo al espacio el gran duelo.

Y quién será el que siendo duda
volverá igual que la lluvia: distinto

si el sentido de la memoria
percibe solo sueños

y una palabra se pierde en la misma casa
tantas veces
como efímero es lo eterno de las lágrimas

si los perfiles cruzan de una calle a otra
dejando del otro lado del deseo la incógnita
del rostro

un castillo en sombras y herrumbre
de arenas y oleajes que sólo son huellas

y quién será el que podrá llegar hasta donde siente
y no solo hasta donde ve
cuando no existe regreso
si el recular de la tarde es un espejismo sonoro
y los cuerpos y la asfixia
se enmarcan en pensamientos que adornan paredes
y estas esconden otros cuartos

si una y otra vez han vuelto a ser arena
los espejos
como creer conocerse
como poder aferrarse a un sueño
cuando las almohadas ya son aves
tras las costas del oriente

todas las aguas conocidas
llevan una nostalgia del cielo
que nuestras manos no atrapan ni dejan ir

apenas hasta el linde de las quimeras
donde el mar
se asemeja a un jardín aislado
y el tiempo
se viste de crisantemos para responder
sin violencia como mintiendo
la voz llega y se sienta
añorando a lo lejos el verdadero hogar.//